COLUMNISTAS GOLEAMOS

Anibal Arro

Estudiante de Derecho

Las opiniones expresadas en este artículo son de absoluta responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión de www.goleamos.com.
Fecha: 13 de Octubre de 2017

Una rivalidad sobre rieles

Belgrano y Talleres se vuelven a enfrentar en el clásico cordobés, que tiene ya más de 100 años. El origen de tamaño enfrentamiento, en esta nota de Goleamos.com

Se terminaba el Siglo XIX y algún inglés tuvo la brillante idea de traerse bajo el brazo una pelota de football, a estas tierras desde algún navío proveniente del viejo continente. Los locales veían con sorpresa como unos pocos marineros perseguían el balón en los baldíos cercanos al Puerto de Buenos Aires, y ensuciaban sus rodillas hasta sangrar.

Las crónicas de aquellos días destacan a un escocés pintón, Alejandro Watson Hutton, que a comienzo de 1881 llegó al Saint Andrew College e impuso la práctica del deporte en uno de los que sería de los primeros y más importantes equipos de las primeras dos décadas del Siglo XX.

La elite porteña absorbió la praxis rápidamente, no sin antes reseñarla como una de las “buenas costumbres inglesas” que se adoptaban tierras adentro, aunque quedó en evidencia que no sería reservado a ese grupo social solamente. El picado se armaba en todas las escalas, abundando entre las más populares: los obreros que no necesitaban dinero para poner a la luz su destreza con cualquier objeto esférico pasaban sus escasos momentos de ocio, en algún espacio abierto con arcos improvisados.

Sin embargo la impronta británica se plasmó en las primeras instituciones deportivas, que sumaron a su vez representantes de la aristocracia de Buenos Aires. El Quilmes Athletic Club primero, Lomas Athletic, luego signaron el inicio de la incipiente Argentine Associtated Football League. que debió esperar hasta los ‘20 para argentinizarse -aggionarse-, hasta en los vocablos. Se perdieron por ahí los apellidos ingleses, reemplazados por nativos, por españoles e italianos que nutrían la masiva inmigración en la época de más pujanza del país.

Aparecieron Boca y River, Independiente y Racing, el CASLA y Huracán, que recién en la década venidera recibirían el mote de “grandes”, mientras que surgían paralelamente un sinnúmero de otras asociaciones que también disputaban el deporte. Los anarquistas y socialistas, primero se opusieron, luego cedieron y hasta constituyeron sus propios teams: Los Mártires de Chicago (Argentinos Juniors), o El Porvenir y hasta Chacarita Juniors, son algunos que comparten un origen en estas clases de la resistencia.

Sobre las vías del tren, no solo se bifurcó la economía nacional que cursaba en su máximo esplendor, sino que además las costumbres porteñas, mal llamadas nacionalistas se arrimaron a los pobladores del interior, que desde antaño se veía (y se sigue viendo) relegado en todos los aspectos.

De esa forma, el fútbol bautizó el Norte, gran parte de Cuyo, y también la zona mediterránea, e hizo surgir otros tantos clubes con un una impronta obrera que se mantendría por décadas: el Ferrocarril Oeste en Caballito, Rosario Central en Rosario, Instituto Central en Córdoba entre otros, como el Córdoba Athletic, el primero en la provincia, original de 1882.

En La Docta, más precisamente en el actual Barrio Pueyrredón (barrio inglés en aquella década) se acogía a miles y miles de trabajadores tranviarios del Ferrocarril Central Córdoba, que poco a poco se fueron haciendo la fama de ser los inexpugnables de la “Cancha de los Ingleses”. El fútbol hacía mella en la cuidad pujante que cada vez era más grande y en la que surgiría, una de las rivalidades  más importante de nuestro país.

El primero en aparecer fue Belgrano, que surgió en 1905, en barrio Alberdi, un 19 de marzo cerca de la Plaza Colón, cuando poco más de veinte jóvenes decidieron a través de una asamblea poner la piedra basal. El nombre de la entidad estuvo inspirado en honor al general Manuel Belgrano, ya que la reunión se había llevado a cabo un día antes de un nuevo aniversario de la creación de la bandera nacional. De allí también los colores. El dato más peculiar, según cuentan los historiadores, es que el primer presidente tenía tan solo 14 pirulos.

El equipo pirata tuvo que revalidar su denominación ante el otro Belgrano de la cuidad, conformado en lo que hoy se conoce como Nueva Córdoba y lo apabulló 2 a 1. 

El aspecto del barrio dio un giro cuando en 1913 se instaló el Hospital de Clínicas, que colmó de estudiantes de medicina que se mezclaban con los trabajadores de la Cervecería Córdoba, creada en 1917: hay quienes resaltan que en esta zona se impulsó la Reforma Universitaria, hecho icónico de trascendencia mundial del año 1918. 

Con el paso de los años y sin dejar Alberdi, Belgrano ganó la notoriedad y el prestigio necesario para ser llamado Belgrano de Córdoba.

Talleres, por su parte, comenzó su historia el 12 de octubre de 1913, (aunque fue 8 días antes), donde un grupo numeroso de trabajadores del mismo ferrocarril antes mencionado decidió conformar un nuevo equipo con el nombre Club Atlético Talleres Central Córdoba, tras una serie de reuniones en los galpones de las tornerías. El bochornoso hecho de Horacio Salvatelli en 1917, ante Belgrano desencadenó la debacle que terminaría con la desafiliación del club, que para reincorporarse -a través de maniobras poco serias fundadas en la importancia que representaba el pujante scracht en sus inicios para la Liga Cordobesa- debió modificar su fecha de fundación y nombre que sería Talleres a secas y hasta variaría su casaca, que tomaría el color blanco con bastones azules inspirada en el glorioso Blackburs Rovers inglés.

Talleres se mudó a La Boutique, su guarida invencible, y desde finales de los 60 desandaría una historia con algunos altibajos en el escalafón más alto del fútbol local, donde también se lo reconoció como Talleres de Córdoba. 

La Voz del Interior, emblema de la prensa local mencionaba las siguientes líneas el martes 19 de mayo de 1914, dos días después del primer choque histórico entre ambas escuadras.

"Belgrano recibió la visita de Central Córdoba Atletic jugando el match correspondiente al campeonato de Primera División. A las órdenes del juez señor N. Fortunato los cuadros se presentaron así constituidos: 

Belgrano: Ochoa; M. Unamunzaga y Pacheco; A. Pereyra, B. Lazcano y Lutri; Alonso, Ortega, J. Lazcano, A. Figueroa y Barabraham. Central Córdoba Atletic: Forelli; Andrade y Ledesma; Carbajal, L. Salvatelli y M. Ferreyra; T. Ferreyra, Ríos, Martínez, Puymali y Britos. 

Corrían cuatro minutos del primer tiempo cuando J. Lazcano en posición “off-side” recibió un pase de Barabraham y anotó un goal. Atletic Central Córdoba abandonó el field por no haber anulado ese tanto el referee. 

El Club Central Córdoba Atletic ha dirigido ayer a la Federación Cordobesa una nota, retirando su afiliación." 

A las 15 horas el árbitro Nicolás Fortunato daba por iniciado el match, y transcurridos pocos minutos de juego José Lascano, el centro delantero del CAB, convirtió el primer gol en la historia del clásico, hecho que desencadenó el abandono por parte del rival aduciendo la posición de adelanto del goleador.

Si bien el partido inicial fue breve en su duración, las repercusiones trascendieron en el tiempo y dieron origen a una rivalidad que llega hasta nuestros días. Rivalidad marcada por las diferencias que caracterizan a la historia de cada club: en estos más de 100 años Talleres cambió de camiseta, de barrio y hasta modificó su nombre original. Belgrano sigue en Alberdi y con el color celeste como emblema.   

En la gresca del primer enfrentamiento surgiría una enemistad que dividiría las aguas en la cuidad, marcando a fuego la historia de futbol argentino, porque pese a quien le pese, el interior ha logrado a fuerza de grandes logros y ahínco, alcanzar un reconocimiento notable, incluso desbancando a otros pesos pesados, mal llamados grandes. Piratas y Matadores han hecho estragos, y obtuvieron un respeto en cualquier parte del país, impensado hasta hace unas tres o cuatro décadas. 

La actualidad los pondrá frente a frente este domingo otra vez, sin Arturo Orgaz de celeste ni Tomás Lawson de blanco y morado, con las virtudes y defectos de una realidad que mucho ha cambiado. Varios drones y cámaras, que seguro hubieran podido dilucidar si Lascano estaba o no fuera de juego, con serpentinas y papelitos, que se pegan al verde césped adornando una escenografía que es de película; con hinchas que solo cantan por el local, porque unos pocos ladrones lo decidieron así. Con jóvenes plantillas, con Frank y el Gallego, con el flaco Lema y el Cholo Guiñazú que se miran de reojo, con promesas de buen fútbol. Ahí están, los dos en Alberdi, un Alberdi verde y radiante, que parece futurista, ahí están como la primera vez, con otros actores, con otras emociones, con otro clásico cordobés, otro Belgrano - Talleres.

(*) Tanto las imágenes, como las referencias históricas pertenecen a los archivos de ambas instituciones. Se extrajo material además, del libro  "Futbol Argentino" de Osvaldo Bayer.



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