COLUMNISTAS GOLEAMOS

Nicolas Pees Labory

Estudiante de Comunicación Social UCES

Las opiniones expresadas en este artículo son de absoluta responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión de www.goleamos.com.
Fecha: 02 de Mayo de 2016

No me hablen de imposibles

Lo que todos queríamos, finalmente se dió. Todos disfrutamos de las sorpresas, y el Leicester nos dio una de las mas rutilantes de la historia.

Muchas columnas, notas e historias se habrán escrito ya sobre la hazaña consumada hoy del Leicester, y muchas otras aún quedan por escribirse. La mayoría, ésta incluida, serán bastante parecidas y hablaran básicamente de lo mismo. Sin embargo, sería un pecado quedarse afuera de dar una opinión de semejante hecho. Un acontecimiento que tenía una en 5000 chances de suceder a principio de temporada, y con el cual los juglares hace mucho tiempo se hubiesen hecho una fiesta a la hora de componer aquellas canciones históricas que hablaban de leyendas en la edad media. A ese nivel de comparación hay que elevar esta Premier League conseguida. Colon descubrió América, San Martín cruzó los Andes, Hitler murió en 1945 y Leicester ganó la temporada 2015/16 de una de las mejores ligas del mundo.

Cierto es que en ésta temporada los equipos grandes de Inglaterra no fueron ni la sombra de lo que se esperaba, pero si esto sucedió, fue simplemente porque hubo equipos que supieron ponerlos de rodillas y superarlos. Con muchos altibajos, el Arsenal, el City y el United se encuentran en puestos de copas internacionales, pero en los tres equipos ya se respiran aires de cambios. En el City, con la llegada confirmada de Pep Guardiola, y en los otros dos, con sus técnicos en la cornisa. El Chelsea arrancó muy mal, lejos de la ilusión de defender el título, y hasta llegó a temer con su permanencia en primera aunque luego remontó. El Liverpool mejoró con la llegada de Klopp, pero nunca logró hacer pie del todo.

Equipos como el West Ham, el Tottenham y el Southampton sorprendieron con su buen juego colectivo y sus triunfos resonantes, pero ninguno de estos logró alcanzar la regularidad y paso firme que terminó premiando al Leicester. Ranieri llegó con mucha experiencia en sus espaldas pero sin ninguna gloria en su haber, reemplazando al anterior técnico luego de un incidente en el cual se vieron involucrados su hijo (que era jugador) y otros compañeros en Tailandia que les valió su ida del club. Habiendo logrado la permanencia, el equipo empezó la temporada con el simple objetivo de aguantar el arco en cero y ganar la mayor cantidad de puntos posibles de la manera más optima posible. Pero al pasar los partidos, fueron dándose cuenta de que jugar bien no les costaba tanto y de que además de tener una defensa sólida, los atacantes respondían y muy bien.

Fue un equipo formado por simples descartes superficiales de equipos que no supieron ver la verdadera habilidad de jugadores que jugaban muy bien al futbol, pero que fueron tapados ante los ojos de los grandes clubes por las montañas de dinero que valían otros. Vardy, directo del ascenso y de las fábricas, era rebelde adentro de la cancha, pero solo lo había notado el Leicester, que vio una oportunidad y lo compró. Mahrez era un francés habilidoso como los hay muchos, pero apreciado por pocos como también suele suceder con la mayoría. Morgan era jamaiquino, y en lo único que debían pensar los equipos grandes cuando lo escuchaban nombrar era en Bob Marley y la marihuana. Okazaki era un japonés con apellido de científico, lo que no podía significar nada que valiese la pena comprar.  Kante era solo un negro más que corría mucho, y Drinkwater tenía un apellido demasiado gracioso como para hacerse un nombre serio. Huth era alemán, y si no lo quisieron en su propia liga era por algo. Schmeichel era un arquero de equipos de la Second Division, por lo que ni se molestaban en preguntar por él.

 Faltan nombrar otros jugadores que, como todos estos, llegaron al Leicester en algún momento de su vida con la ilusión de ascender, o de mantenerse en la Premier, o de demostrar que realmente servían para algo. Pero nunca, desde el día en el que arribaron a su primer entrenamiento, habían imaginado que clasificarían a la Champions League en un equipo que nunca había resaltado. Grande fue su sorpresa cuando se dieron cuenta de que jugaban bien, y de que verdaderamente estaban logrando los objetivos con los que habían llegado al club. Un día, alcanzaron la punta, y seguramente alguno osó comentar, fantasioso, que no sería una locura soñar con ganar la liga. Muchos deben haberlo callado en su momento, pero  solo con esa frase, sembró una semilla en cada cabeza que luego no paró de crecer.

Los hinchas, seguramente, empezaron a soñar mucho antes, pero acostumbrados a sufrir,  presentían que la ilusión no duraría mucho. Pero con el correr de la temporada se daban cuenta de que el sueño se prolongaba, y un día, se vieron con la chance inminente de que podían salir campeones. Finalmente, lo lograron. No de la mejor forma, que hubiese sido dentro de la cancha, pero a estas alturas poco les debe haber importado. No me hablen más de imposibles. Después de esto, no hay excusas. Ranieri supo hacer renacer de las cenizas  un grupo de jugadores que tenían mucho para dar, pero que nunca habían encontrado el tiempo ni el lugar en donde hacerlo, hasta el día en que el Leicester decidió poner el ojo en ellos.    



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