COLUMNISTAS GOLEAMOS

Nicolas Pees Labory

Estudiante de Comunicación Social UCES

Las opiniones expresadas en este artículo son de absoluta responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la opinión de www.goleamos.com.
Fecha: 15 de Julio de 2016

La derrota mas grande es cultural

Las chicanas siempre estuvieron presentes en la sociedad, pero últimamente se convirtieron en un problema que nos cegó. 

Reconozco que mundialmente, pero muy especialmente acá en Argentina, las chicanas siempre fueron una parte inevitable de nuestro folclore. En cualquier deporte, pero más que nada en el fútbol. Siempre existieron los afiches, los chistes luego de las derrotas ajenas o eliminaciones tempranas, y también con muchas otras cosas más a las que nuestro ingenio logró encontrarles un sentido provocador hacia el rival; siempre, sin embargo, sin dejar de lado los festejos por los triunfos propios.
Me parece, sin embargo, que en los últimos años esta tradición de chicanear creció de manera inconmensurable. Y lo hizo hasta tal punto que, a veces, terminó pareciendo más importante la derrota ajena que las victorias de uno. En lo personal, no soy de hacer este tipo de comentarios de burla porque odio cuando me los hacen a mí, aunque cada tanto me doy un pequeño gusto y sé que existen y lo van a seguir haciendo. El problema radica en que muchos de los fanáticos de todos los equipos (llámese River, Boca, Racing, Central o Sarmiento) empezaron a alegrarse por las desgracias ajenas un poco más de la cuenta. Cuando tenían finalmente un motivo para festejar, empezaron a recordarle al rival que hace mucho no ganaba nada, que  había perdido con tal equipo que no existía, que en el pasado había salido muchas más veces campeón o que alguna vez había corrido en un cruce de barrabravas (fíjense el grado de estupidez de los comentarios); cada vez menos se empeñaron en festejar la victoria propia. Y como defensa, los equipos rivales empezaron, a su vez, a utilizar cada vez más las derrotas del equipo provocador. Los de River ganaron la Libertadores, los de Boca les recordaron que se fueron al descenso, los de River alegaron que Boca abandonó, se metieron los de Independiente a decir que en realidad River había abandonado, apareció San Lorenzo diciendo que el Rojo no era grande hace mucho, e Independiente para defenderse dijo que era el Rey de Copas y atacó a Racing diciendo que no llenaba la cancha, mientras Racing le decía a Boca que colgaba banderas negras.
Se convirtió en un círculo vicioso que parece no tener fin. ¿Qué tanto más fácil sería dejar las chicanas para ocasiones especiales, y en vez de alegrarse en demasía por la desgracia rival, empezáramos a preocuparnos un poco más por la actualidad de nuestros propios equipos y más que nada, por el fútbol argentino en general? Estas chicanas son las que existen en todos los estratos sociales, y las que  al darse entre los máximos dirigentes del deporte como falsas muestras de “orgullo propio y vergüenza rival”, están derrumbando nuestro fútbol. 



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